sábado, diciembre 05, 2009

Mi Caballero

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Ya no cabalgas lanza en ristre, de bravura pregonando.
Mis sueños ya no arrulla el alegre relinchar de tu caballo.
Ni tus risas, sonoras y francas, me acompañan hasta el sueño.
Nos perdimos en un bosque de altas copas coronado.

Sin saber de tu suerte, al valle logré salir.
Día a día, hora a hora, luchando contra la profecía,
el recuerdo de tu rostro, a la vida me hizo acudir.
Rostro amado, por mis manos acariciado noche y día.

Mis dedos conocen cada centímetro de tu piel
y entre suspiros y sueños,
el recuerdo de tus besos me sabe a miel,
gozando en mis ensueños.

Vagando entre brumas y nieblas,
fue mi bravo corcel quien tironeó mi alma,
hasta que audaz me sacó de las tinieblas,
devolviendo a mi espíritu la calma.

Con gran empeño te busqué.
Todos los puertos visité.
A todas las puertas llamé,
y tu recuerdo amé.

Hasta que un día, allá en un rincón olvidado,
tu caballo al paso, sacudiendo airoso las crines,
me lanzó un alegre relincho disimulado
mientras paseabas por los jardines.

Los jardines Sabatini.
Tu orgullo de cicerone.
¡Y mis risas cuando me arrancaste el chal!

Los dulces helados en la plaza España,
Don Quijote y Sancho Panza,
testigos de nuestras risas sin artimaña
y cómplices de nuestra alianza.

Hoy te sigo en tus paseos, con el silencio del respeto.
Mi boca he decidido cerrar, como cerrado está mi corazón.
Tú lo cerraste y con la pequeña llave te quedaste.
No te la pido. Eres su justo dueño y el de mi sueño.



omer3.jpg Mi Caballero picture by bibliotecaria2000


Teresa Coscojuela

martes, octubre 13, 2009

Leona brava



Con garras y colmillos,
alegre cabalgo,
ríendome de los pardillos
y de su hartazgo.

No se salva ni uno.
Ni ambicioso,
ni inoportuno,
ni tan sólo ovejuno.

Mi rugido, a la cobardía
infunde pavor
antes de que acabe el día,
por más que pretenda mor.

¡Cabalga airosa, Leona
y a tener cojones enseña
a quien en blanda lana
enterró su enseña!


Teresa Coscojuela

jueves, mayo 28, 2009

Las tres brujas

Tres, eran tres, como manda la tradición. Tres, eran tres.
Cada una mora en un punto del mapa y un triángulo trazan sus lineas.

La del Oeste recita un conxuro.
La Central la azuza con odio y maldad.
Y la del Este ríe histérica cerca de las olas del mar.

Guardiana del Espejo, que lo preservaste de la destrucción, cuando las Fuerzas Oscuras creyeron haber cumplido su misión; sigue luchando incansable para abatir la Maldad.
No más que con los justos tengas piedad.


Teresa Coscojuela

martes, mayo 19, 2009

Lágrimas

Lágrimas que fueron furtivas,

Caen hoy a raudales.

La mentira reina siempre

Y el disimulo persiste.

Dime, Luna, ¿por qué?

¿Por qué he de mentir yo,

para no sufrir,

si detesto mentir?

Lágrimas ardientes me ciegan

Y me anegan el corazón.

Ya nunca más lo voy a abrir.

Cerrado está para siempre.

(11 diciembre, 2006)


Teresa Coscojuela



domingo, mayo 17, 2009

Siempre lágrimas

Y sigue el corazón mintiendo a la razón.
¿O es la razón que miente al corazón?
Las lágrimas no saben,
salen libres a su antojo
y no hay grifo que abra y cierre
ante tanto enojo.

¿Enojo?

No. Sólo dolor y tristeza
al ser de espera un manojo.
Espera vana y absurda,
pues ya lo sabes, mujer,
pero no lo quieres saber.

Sobre nube de algodón
te has montado cual corcel
que te lleva galopando...
Hacia la nada.


Teresa Coscojuela
04 enero, 2007

Navegando por la vida

Entre olas pequeñas y grandes,
mi nave se zambulle incansable.
Sonrisas causan las pequeñas
y alegres risas las grandes.

Maravillosa travesía
viviendo la vida,
apurando cada sorbo,
cada experiencia,
buena o mala,
¡todo es sabiduría!

Hermosa nao que las olas surcas,
meciendo mis sueños entre estrellas,
astros titilantes que me guiñan,
complices día a día.

El timón yo llevo,
mano extraña no osa tocar.
Y si me dejo llevar...
¡es de maravilla!
Valiente nao,
¡hasta el fin, día a día!

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(18 mayo, 2008)

Teresa Coscojuela

Él

Hombre viril, lanza en ristre,

mala leche cuando quiere,

valiente como nadie,

incansable sí-no nos traemos.

Eterno gruñón adorable,

mil lecciones me imparte,

mil explicaciones,

con harta paciencia de sabio.

Nadie como él existe.

A su lado siempre estaré,

que no mora en la faz de la tierra,

nadie más inteligente

y más sabio conocedor de la gente.

A reír me ha enseñado.

A distinguir un piano de un teclado,

y un sótano de un tejado...

Adorable Caballero,

cabalgando junto a mí.

A veces nuestros aceros cruzamos.

Saltan chispas,

el cielo se ensombrece,

el bosque calla.

Pero los siete colores aparecen,

de repente, en el firmamento

y, como señal tácita,

¡cada uno vuelve a sonreír!

Rebelde soy,

con su paciencia acabo,

más su inteligencia,

de virtud es un dechado.

Y él puede con todo,

blanco o negro,

gris o azul,

verde, púrpura,

amarillo o marrón.

¡Nunca cimarrón!

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(27 abril, 2008)

Teresa Coscojuela

Mi mar

PORTVELL-MURALLA006.jpg picture by bibliotecaria2000

Este es mi puerto,
este mi mar y esta mi playa.
Como mías son mis risas
y mías mis penas.
Mía es mi casa
y míos mis sueños.
Mis gatos dormitan felices
entre mis sábanas azules
y las gaviotas persiguen palomas
al otro lado de la ventana.
Sobre olas paso las noches
y entre zozobras los días.
Míos son mis sueños
y mías mis alegrías.
Blanco velero
que audaz surcas las olas,
mecido dulcemente
con la luna por corona,
guarda celoso tu secreto,
no se lo cuentes al viento.
Que la sirena no sepa
que las olas mezclan mis lágrimas.
Que el tiburón no se enoje
y la gaviota grazne de alegría.
No se lo digas al viento,
susurráselo sólo a la luna.


(Abril, 2008)

Teresa Coscojuela

Dama Blanca

Dama Blanca,
Dama de la Luna,
apresúrate a cerrar tu fortaleza.
Sube el puente,
baja el rastrillo.
Cubre las poternas
y ciega pasadizos.
No subas a las almenas
más que cuándo el búho cante,
No uses las palomas,
deja a tu fiel compañero en el establo.
Recorre las estancias
y enjuga tus lágrimas.
Tras los cristales, la lluvia,
cae constante, incansable,
las hojas del níspero brillan,
cual esmeraldas mojadas.
La parra se ve triste,
abatida sobre el cenador
y el limonero no crece,
vivir no le gusta, dice.
Las palomas vuelan
bajo el cielo gris, encapotado,
están inquietas y nerviosas,
presienten a la gaviota.
Tú has observado hoy su vuelo,
tres veces ya,
pero sabes que es ciego
y no te encontrará.
Ave carroñera y asesina,
simulando belleza en sus plumas,
en lo airoso de su vuelo,
en el dibujo de sus alas.
Pero la has visto atrapar una paloma,
con su fuerte pico y sus garras,
estrellarla y sacudirla contra el suelo,
y devorar sus entrañas.
Cae la lluvia incansable,
sobre el patio de armas,
sobre las escalinatas,
rezumando de las almenas.
Tus banderas y gallardetes
penden fláccidos de sus mástiles.
¿Qué ocurre?
¿Qué le pasa a tu caballo?
¿Por qué relincha de terror?
¡Por Thor!
¡Hay una brecha!
¡Ha conseguido llegar!
Te apresuras a vestir la cota
y empuñar la espada.
Inspiras hondo.
Y te encomiendas a Guilgalad.


(Abril, 2008)

Teresa Coscojuela

La Luna

La Luna me llama. Me voy con ella. Seré feliz allá arriba entre constelaciones silenciosas y lágrimas de cristal tallado. Nada mejor para mí. Para olvidar traiciones de dolor inmenso y abismal.

Pero... ¿De veras son traiciones? No. No lo son. Solo un vano espejismo de los sentidos. Nayade inocente que has querido surcar las aguas sin tener en cuenta que tus brazos son débiles y tu corazón mucho más.

¡Luna! Diosa de las mareas. Encumbras y hundes por igual. Amada y odiada al mismo tiempo, tu influjo es irresistible y tu poder soberano.

¡Oh, Luna! ¡Luna! ¡Oye mi lamento de dolor!

No me abandones ahora. Acógeme en tu regazo de plata y acúname con dulzura. Mi cuerpo hecho un ovillo se dará sin resistencia. Entonces podrás empuñar la daga y hacer cumplir la profecía.

Arcana profecía que nadie sabía. Pero que siglo a siglo se escribía. Con polvo de estrellas y parpadeos de tímidos luceros.

No escondas tu rostro, Luna de Plata. Levanta la vista y sigue adelante.

Solo cuando yo no esté... podrás hacer tu voluntad.


(Septiembre 2006)

Teresa Coscojuela

¡Vuelo de palomas!


¡Vuelo de palomas!
La gaviota grazna de rabia
y la Dama Blanca
ríe feliz ante su impotencia.
Ha subido a lo alto,
a lo más alto de las almenas,
sus banderas y sus gallardetes,
airosos ondean al viento.
La paloma blanca,
un retrato ha traído,
en su pico de nácar,
orgullosa ha ofrecido.
Gira y gira la Dama,
en lo alto de la almena,
los brazos extendidos al cielo
y al sol mostrando su rostro
¡Vuelo de palomas!
La gaviota grazna de miedo.
Y la Dama ríe y ríe.
Corriendo baja la escalera
hasta el patio de armas,
donde su fiel córcel
relincha contento,
patea los cascos
en las piedras grises.
Ondean las crines al viento,
de plata relucen al sol.
¡Vuelo de palomas!
La gaviota chilla de terror
y la Dama Blanca,
tomando su espada,
alzando al cielo su cara,
musita un recuerdo
para el valiente Guilgalad.

Teresa Coscojuela

Risas ayer, lágrimas hoy





Ayer reías feliz,
horas pasaste esperandóle,
cuando al fin llegó, Luna,
el cielo se iluminó.
Vuestras risas se juntaban,
se entrelazaban
como del jazmín las ramas,
como se mezcla la lluvia
con las gotas de la mar.
Lluvia de Perseidas
esperabas contemplar,
pero ahora bajas tu rostro
y lágrimas de sal te lo queman.
El eco de las risas duele,
sin compasión se te clava,
como se clavan sus palabras
acusándote de lo imposible.
Llora, Luna, llora,
es lo único que tienes,
sólo tus lágrimas
jamás te abandonan.
Las risas, bien preciado
por lo escaso,
no llegan solas, no,
pero las lágrimas
no necesitan compañía
para fluir a raudales,
para inundar de congoja tu corazón
y marchitar tus rosales.



Teresa Coscojuela