viernes, agosto 13, 2010

Una tarea vana

Avecilla que revolotéando buscas la verdad,
sólo la mentira y el engaño has de encontrar.
Busca y busca con tus alas ya cansadas,
con tu disfraz de fiera para hacerte respetar.
Tarea vana e inútil pues la maldad
su sello pone cuando menos te lo esperas.
Una vez y otra tu confianza depositas
fíando en la naturaleza humana,
más ¡ay! que tal no existe de bondad
y sólo dos opciones tienes,
convertirte en alimaña
o cerrar los ojos para la eternidad del mañana.


Teresa Coscojuela

domingo, agosto 08, 2010

La ofensa




Palabras sabias afirman que no ofende quien quiere sino quien puede.
¿Por qué ofendido te dices constantemente?
¿Por qué tus palabras dejas en el suelo tiradas
y huyes negándote a hablar?
Tus errores niegas día tras día, año tras año
y a otros se los pones para ocultar tu engaño.

Alma infantil, pequeño guerrero
con espada de madera,
caballo de cartón
y viviendo en su sueño.
Despierta y mírate al Espejo.
Pero no mires tus canas,
mira sólo lo que has hecho.


Teresa Coscojuela

sábado, agosto 07, 2010

Pena profunda

¿Cuantas muertes tienes sobre tu conciencia?
¿Cuantas mujeres humilladas y engañadas
en ese engaño tuyo, tan sútil, prometiendo sin prometer?
¿Vive aún la pequeña cuya vida despreciaste?
¿O ya murió porque en una fría cama de hospital la abandonaste?

Caballero de la Oscuridad,
la felicidad persigues,
más nunca la encontrarás
porque humillas y desprecias,
porque ofendes diciéndote ofendido.
Porque mientes y engañas
al vencedor y al vencido.

A quien te ama y quiere tu bien
rechazas, escarneces y humillas.
Sólo admites a tus iguales,
de miseria y bajeza el mismo blasón.

Hoy mi grito de dolor es uno más,
unido a los de quienes te amaron.
Más el mío llora por ti, por tu infelicidad eterna,
pobre ser carente de corazón y de conciencia.


Teresa Coscojuela

martes, agosto 03, 2010

La falsedad

 Años de ilusión trocada en lágrimas.
De los brazos de la Muerte la huída.
Búsqueda incansable entre las tinieblas.
Gozo y esperanza ante la nueva
de la vuelta del guerrero la alegría.
Más, ¡ay! que no fueron pesadillas
lo que entre sudores y tinieblas, inmovilizada te tuvieron.
Quien creíste adalid de la verdad, cierto es que
de la mentira va luciendo como enseña un maloliente paño.




Teresa Coscojuela