Finalmente caen las máscaras.
Por mucho amor entregado,
los golpes recibidos dejan huella.
Año tras año,
día a día,
momento a momento,
y lágrima constante.
Adiós mi Caballero,
adiós mi pequeño guerrero
de espada de madera,
caballo de cartón y sumergido en su sueño.
Nunca serás adulto,
mi pequeño Caballero,
infantil en tus canas,
muriendo por ser siempre un Peter Pan.
Teresa Coscojuela