Ya sólo eres Luna,
ni de Plata ni Negra.
Demasiadas lágrimas.
Demasiado dolor.
Almas negras te acosan
y la tuya se anega en un mar de llanto.
Paseas y encuentras
lo que no quisieras encontrar.
Por mucho que hayas decidido ignorar,
lo tienes ahí.
Una y otra vez te lo encuentras
en cada recodo del camino.
Viene el Gran Guerrero y te arenga.
Te apresuras a sorber tus lágrimas y a seguirle.
Pobre Luna que nadie te quiere.
Eres importante para muchos,
aunque tú no entiendas por qué.
Entre nubes de ilusión
y desilusiones del corazón
te preguntas una y otra vez lo de siempre,
“¿Cuándo?”
Teresa Coscojuela
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